martes, 23 de mayo de 2017

En este narcoestado –México- donde se funden los delincuentes de bandas de malhechores con los delincuentes de la política y la burocracia

En este narcoestado –México- donde se funden los delincuentes de bandas de malhechores con los delincuentes de la política y la burocracia

AUGUSTO HUGO PEÑA DELGADILLO Dossier ahpd 1416   Mayo 17 del 2017
En este narcoestado –México- donde se funden los delincuentes de bandas de malhechores con los delincuentes de la política y la burocracia, los de abajo les disparan balas de plomo a los periodistas que critican al gobierno, y los de arriba, como Peña Nieto, Osorio Chong y el procurador de justicia, nos disparan discursos sumamente letales como las balas de plomo.
El termómetro de la delincuencia está hasta arriba, y quienes son parte de la administración pública andan igual de calientes y ello no les ha permitido percatarse que la sociedad está al punto de volverse como ellos, intolerante, y este fenómeno siempre se ha llamado revolución.
Solo en una nación como la nuestra en la que se confunden los delincuentes de bandas dedicadas a robar, secuestrar y matar como mero negocio, con la clase política, también igualmente compuesta por “delincuentes revolucionarios institucionales”, se entienden los asesinatos de los informadores públicos, los periodistas que han escogido esa tarea para cooperar con su granito de arena a la construcción de un México mejor. De enero a la fecha han asesinado a ocho y desde el día que tomó posesión de la presidencia Peña Nieto son 39 los periodistas asesinados. Esto no se ve en ningún país del mundo, solo en México, donde, reitero, se funden dos bandas delictivas, las que trabajan en la cosa pública –o hacen como que trabajan- y los que de plano se dedican como Modus Vivendi a delinquir.
¿Por qué están matando periodistas? Se pregunta Enrique Galván Ochoa, periodista connotado. ¿Por qué? Preguntémonos todos los informadores públicos libres que señalamos las lacras de nuestra sociedad con el fin de hacer conciencia dentro de la ciudadanía para que actúe en consecuencia a la hora de emitir su sufragio, o bien, para informarse de plano como se encuentra el país y que estado de descomposición ha alcanzado en los últimos cuatro años y pico que lleva gobernando Peña Nieto. ¿Por qué matan periodistas y quienes los asesinan? Pregúntese la sociedad, porque de no hacerlo, al rato van a matar a sus allegados y a todos aquellos que osen criticar al gobierno. La cosa, como una de las respuestas, es infundir miedo para que las críticas hacia el sistema político sea menos acre. ¿Por qué los políticos siempre dicen que fueron los miembros de la delincuencia organizada los autores del crimen, cuando es más claro que el agua que la clase política es parte de esa delincuencia?... ¿No lo crees estimado lector? Te doy datos.
En Coahuila Humberto Moreira trajo a la delincuencia organizada –los Zetas- a cambio de dos millones de dólares mensuales por dejarlos instalarse en 800 puntos del estado para distribuir drogas y perpetrar otros tipos de delitos como el secuestro, el robo e incluso asesinatos. No los dejó entrar al estado solo por los dos millones de dólares mensuales, sino para tener sicarios a su servicio y deshacerse de aquellos que les causasen cualquier tipo de incomodidad. Por ejemplo, los periodistas, los contendientes políticos incómodos o, a cualquier sujeto que por venganza, se le desee la muerte. También y por supuesto, para infundir miedo entre la ciudadanía, porque el miedo es un arma de los políticos procaces para mantener mansita a la gente y así poder perpetrar toda clase de trapacerías, tal y como Humberto Moreira y sus cómplices lo hicieron, dejándole a su hermano Rubén el camino ya muy bien pavimentado para hacer lo mismo.  Igual sucede en Jalisco, Guerrero, en Michoacán, en Chiapas, Oaxaca, Tamaulipas y en otros muchos estados.
Ayer asesinaron a una periodista en Autlán, Jalisco; antier a un corresponsal de La Jornada en Culiacán, Sinaloa; hacen días a otra corresponsal de La Jornada en Chihuahua, y así podemos engarzar un collar de muertes de periodistas que se atrevieron a criticar a la clase política, que no a la política porque esta es arte y ciencia; ciencia para hacerle llegar a los gobernados, salud, alimentación, educación y seguridad social, y arte para proporcionarles equitativamente a todos los segmentos de nuestra sociedad, los beneficios requeridos, reitero, de manera equitativa.
De nuevo, preguntémonos como sociedad civilizada que somos, ¿hasta dónde y hasta cuándo vamos a seguir tolerando a este gobierno y al crimen organizado que nos tienen en ascuas? No lo sé, pero la soga de la tolerancia social, al parecer está por reventar, y deseo fervientemente que cuando reviente, lo haga de la mejor forma, dentro de los límites de la ley, porque de suceder de forma violenta con la pérdida de la cordura de las partes, todos saldremos perdiendo y, las bandas delictivas florecerán como hierba mala, deshilachando el tejido social, el que aún se encuentra medianamente sostenido y firme, en el hilo y la trama de la tolerancia y la cordura. Por ello cuestiono, ¿qué hacer en estos momentos aciagos? O, ¿usted qué opina, apreciable lector?
Si deseas leer mis anteriores escritos, puedes hacerlo ingresando a Google en: elnuevoblogdeaugustopena.blogspot.com
Atenta y respetuosamente
Augusto Hugo Peña D.

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