Hay datos desconcertantes que alarman, cuando vienen de Peña Nieto
AUGUSTO HUGO PEÑA DELGADILLO Dossier ahpd 1314 Mayo 15 del 2017
Hay datos desconcertantes que alarman, cuando vienen de Peña Nieto y del secretario de la defensa el general Salvador Cienfuegos, porque parece que en sus discursos se olvidan de la realidad. Peña Nieto desconcierta al decir que no hay que irse por la salida fácil para resolver los graves problemas que nos aquejan y que vienen por sus desaciertos. El general Cienfuegos insiste machaconamente que el problema de los huachicoleros es por culpa de los gobiernos de los estados, cuando PEMEX y los ductos son responsabilidad del Gobierno Federal.
Tenemos que saber y entender que el ejército es y debiera ser por obvias razones, la más sagrada de nuestras instituciones, por lo que es inaceptable que Peña Nieto ordene al general Cienfuegos a involucrarse en tareas violatorias de la ley. Tenemos que pugnar, reitero, por razones obvias, que nuestro ejército sea la institución más respetable de nuestra nación.
Ambos, el general Cienfuegos y Peña Nieto mienten, porque no es posible que desconozcan cuales son las obligaciones del gobierno federal, esto nos muestra que Peña Nieto ya metió al ejército en la jugada mediática escandalosa, para encubrir sus debilidades y errores del gobierno federal. Esto también es una señal que las cabezas del ejército –Peña Nieto como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas y Salvador Cienfuegos como Secretario de la Defensa- están coludidas, que es lo mismo que corrompidas. El involucramiento del ejército en la vida de los mexicanos, en cuestiones que no le atañen, y en la fulgurante presencia del secretario de defensa y del almirante de marina, en los medios masivos de comunicación y en la cosa pública es, de un muy amplio espectro que en lo físico ocupa todos los rincones de la patria haciendo tareas claramente anticonstitucionales.
Es violatorio a nuestra Carta Magna que el ejército haga el papel de la policía, como también lo es que el ejército se involucre en la cosa pública abiertamente por medio de la política. El papel de las fuerzas armadas está claramente delineado en la Constitución, como también lo es, el hecho inusual y fuera de norma y lógica, que el secretario de la defensa, el general Cienfuegos, se arroga el derecho de culpar a los gobiernos de los estados, de los males que han envuelto al país en un soberano desgobierno. Lo que el general Cienfuegos hace es encubrir a su Comandante Supremo, el presidente Peña Nieto, en sus inconsistencias e irresponsabilidades, dándonos el derecho de dudar de su involucramiento en la cosa pública, mostrando con ello, que está coludido con el presidente en tareas claramente violatorias de nuestra Carta Magna.
Es un hecho irrefutable, que es muy delicado exponer a la tropa al contacto con los políticos y los grupos delictivos, porque por su pobreza son susceptibles a coludirse con ellos y corromperse. Esto lo pudimos ver claramente en la noche de Iguala, en el que el Batallón 27 del ejército, tuvo contacto con la supuesta banda de Los Rojos y con las autoridades del estado y el municipio, con quienes se coludieron en uno de los hechos más atroces como lo son, la tortura, muerte y desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Este caso no es el único pero es el más notorio. El Estado mexicano no es ajeno a la pobreza de los soldados y éstos, son gente del pueblo a la que no hay que exponer a la corrupción e impunidad con la que se maneja la clase política y grupos de la delincuencia organizada. Este es uno de los muchos daños que se les hace a nuestros soldados.
Estoy seguro que muchos oficiales del ejército y la marina, e incluso soldados rasos y agentes de la marina, se percatan ampliamente de que les están dando órdenes de hacer un trabajo que no les corresponde –esto no lo digo yo, lo ha dicho reiteradamente el general Cienfuegos- y que ello es violatorio de nuestras leyes, razón por lo que seguramente les hace sentirse parte de quienes violan nuestra Constitución, y ello no es justo ni correcto, porque, reitero, los expone a los vicios y corruptelas a las que los políticos y delincuentes están acostumbrados, razón por la que sostengo que sacar al ejército de los lineamientos de la ley, desnaturaliza las funciones del ejército, y peor que eso, exponen a nuestras tropas a la corrupción.
El ejército es y debería seguir siendo, el segmento más respetado y respetable de nuestra sociedad más al involucrarlos en ilegalidades, los hacen presa del desdoro e irrespeto, empezando por el de ellos mismos, ante sí, porque se ven como parte de quienes violan la ley, por razones muchas veces sin ninguna explicación razonable o entendible para muchos de ellos, ya que son obligados en muchos casos a ocultar la verdad ante el ministerio público, para encubrir a sus superiores o a sus compañeros, en acciones fuera de la norma y ley, como es el caso, reitero, de la noche de Iguala, en la que fueron masacrados, muertos y desaparecidos los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?
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Atenta y respetuosamente
Augusto Hugo Peña D.
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