De las cosas que afectan a México y a los mexicanos hay una que sobresale en apariencia, el caso de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, pero creo que esto nos beneficia
AUGUSTO HUGO PEÑA DELGADILLO Dossier ahpd 944 marzo 27 de 2016
Si el gobierno no soluciona adecuadamente el caso de los 43 de Ayotzinapa, ipso facto, es muy probable que EEUU considere necesario cambiar de gerente (presidente). Peña Nieto, no cambia el rumbo de los 43 de Ayotzinapa y acepta que fue un crimen de Estado, ni él ni sus titiriteros podrán hacer algo para amainar el gran desprestigio internacional del gobierno de México.
Los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, no han sucumbido ante el gobierno que intenta una vez y otra, y otra con dar carpetazo al asunto porque ya es mucho el daño que ha sufrido este gobierno por el desprestigio implícito en el asunto ya que los dolientes de los 43 dicen con inmensa seguridad: “Ayotzinapa Vive, Fue Crimen de Estado”, y se niegan a recibir indemnización pecuniaria por la masacre de la que fueron objeto sus hijos. Peña Nieto ha intentado de todo para acallar el grito de los padres de los 43 de Ayotzinapa, ahora ha implementado un plan de darles millones de pesos a cada pariente de los desaparecidos para comprar su silencio que no su dolor, pero el grito sigue y ese grito, para mí en lo particular, creo que es un asunto que está favoreciendo a México y a los mexicanos, por cualquier arista que se le quiera ver. El gobierno es el desprestigiado y ello le debilita, y por añadidura los mexicanos con mayor facilidad podemos deshacernos de la mafia que nos gobierna.
Los titiriteros de Peña Nieto, y el mismo, creen que los mexicanos somos pendejos –lo dijo la hija de Peña Nieto y seguramente oyó a su padre decirlo- y si tiene razón o no, está por verse porque los padres de los 43 nos han demostrado durante un año y medio que de pendejos no tienen ni un pelo y esto es una razón para que todos los mexicanos recapacitemos en nuestro papel de mandantes gobernados y sobre el papel de los mandatarios como nuestros empleados que son. Mientras dure este ruido escandaloso de los 43 de Ayotzinapa y esto repercuta en todo el mundo, como lo está haciendo, México y los mexicanos estamos siendo beneficiarios porque para el mundo, el problema de los 43 es culpa del estado mexicanos, del gobierno y particularmente del ejército y como Peña Nieto es el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de México, él y nadie más es el responsable. Y ahora está acorralado en sus propias mentiras.
Ni la procuradora Arely Gómez, ni el ex procurador Murillo Karam, ni el general Cienfuegos son los culpables, lo es el jefe de ellos, el Comandante Supremo de las Fuerza Armadas y este al parecer, se llama Enrique Peña Nieto. Bueno, eso es en habladas porque arriba de Peña Nieto hay varios poderes fácticos que son quienes mueven al gobierno y a quienes aparentemente gobiernan con marionetas, con dos fines: Extender en el tiempo el poder político y lo que de él emane, y seguir expoliando las riquezas nacionales empezando por el erario y todo aquello que les proporcione riqueza a quienes en la praxis ostentan los poderes fácticos supra gubernamentales en México.
A México y a los mexicanos conviene que este asunto de los 43 de ayotzinapa no se aclare pero que se siga ventilando en los medios internacionales, de tal suerte que los poderes supra nacionales, o sea EEUU, piensen que ya es pertinente el cambio de sátrapas en el gobierno.
El enorme desprestigio internacional del gobierno de Peña Nieto por los 43 de Ayotzinapa, puede ser lo que detone un cambio en nuestra política interna, y es muy probable que en Washington piensen que ya es mucho lo que han hecho sufrir a los mexicanos sosteniendo a estos gobiernos espurios que han destrozado todas y cada una de las instituciones en las que este país se sostenía todavía hasta el 1º de diciembre de 1982, cuando dos malditos, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas, llegaron para podrir a México y a los mexicanos, causando –ellos y los 4 gobiernos posteriores- daños institucionales, muchos de ellos irreversibles, como la deuda pública, la enajenación de los hidrocarburos y de los energéticos todos, a manos particulares mexicanas y extranjeras, cosas graves poco susceptibles de ser revertidas a corto plazo, porque la pobreza y la indigencia provocada por este gobierno procaz, con dos sexenios gobernados por aptos y decentes, podrían sin mucha dificultad hacer la diferencia. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?
Atenta y respetuosamente
Augusto Hugo Peña D.