En México, la conjunción de todas estas circunstancias recesivas y la actitud negativa y procaz de los gobiernos pueden traducirse en estallidos sociales e ingobernabilidad.
AUGUSTO HUGO PEÑA DELGADILLO Dossier ahpd 925 marzo 4 de 2016
México y el mundo son dos universos en cuanto a equidad, justicia, corrupción e impunidad; en cualquier país la justicia llega aunque sea tarde, en México se empantana en una ínsula de complicidades entre autoridades de toda laya y oligarcas, y jamás llega de manera siquiera poco expedita al mar de injusticias e inequidades en que viven la inmensa mayoría de los mexicanos.
No podemos negar ni siquiera dejar de ver que el deterioro socioeconómico y político que ha sufrido el país a raíz de la llegada de Miguel de la Madrid al poder (1º de diciembre de 1982) junto al pérfido Carlos Salinas de Gortari, es un producto de las exigencias del Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial, motivo por el cual esas instituciones del imperio norteamericano, escogieron muy atinadamente a esos personajes para imponer en México sus políticas que de forma eufemística se denominan neoliberales, cosa que de nuevo y de liberal no contienen absolutamente nada porque lo único que replican es el experimento que años atrás hizo EEUU contra su propia población, empero, tampoco podemos negar que el deterioro actual de todos los índices de desarrollo y progreso –social, político, económico y moral- en México, provienen del exterior como intentan hacérnoslo creer, Peña Nieto, Luis Videgaray y Agustín Carstens, sino de la ineptitud, mal gobierno, la corrupción y la impunidad prevalecientes y enquistadas en México.
Hay millones de casos que podemos ejemplificar para ver que el mal que padecemos no viene de fuera sino que es un mal endógeno nacional derivado de un gobierno mafioso en donde los ineptos y corruptos abundan y que han corrompido a todas las instituciones no solo de gobierno sino sindicales, patronales y culturales, debido a la perversa sinergia que han logrado las clases políticas y empresariales, haciendo de nuestra realidad una diminuta ínsula de bienestar en medio de un enorme y tormentoso océano de inequidad, perfidia, corrupción desmesurada e injusticia patente en contra de las personas que pertenecen a una mayoría que no puede, que no tiene y que no sabe cómo quitarse los quistes y lapas que son representadas por todos y cada uno de los que componen las clases políticas imbricadas dolosamente con la oligarquía nacional, la que a su vez, en la mas de las veces, es representante o socia del capital extranjero.
Un solo ejemplo expondré: Jason Lawrence, un londinense fue condenado este mes a cadena perpetua por violar a 5 mujeres que contactó en una página web de citas. Esta condena puede ser reducida a no menos de 12 años y medio de prisión, según camine el expediente y su defensa. El juez Gregory Dickinson al leer la sentencia le dijo: “Tengo la convicción que usted es pérfido, manipulador y extremadamente peligroso para las mujeres.” Esto sucedió en Inglaterra porque aquí en México se violan las mujeres incluso por policías –Atenco es el ejemplo y con la venia del gobernador que era Peña Nieto- y no pasa nada. En México se violan y asesinan mujeres antes de molerlas o disolverlas en ácido, se entierran en fosas clandestinas o tiran sus restos en basureros o ríos y tampoco pasa nada. En España, por un supuesto fraude al erario de 6 millones de euros, se está enjuiciando a la hija de un rey y hermana de otro rey, y a su esposo, ¿y en México qué pasa?
En México por eso y más- no pasa nada, Rubén Moreira y el gobernador de Veracruz, desviaron de las arcas públicas entre ambos más de 3 mil 500 millones de euros, 4,500 millones de dólares, y el gobierno federal y el PRI los defiende y solapa, los jueces solo se ríen porque estos casos a ellos no les llegan porque antes son exonerados públicamente por los medios de comunicación masiva, pagada por el gobierno con dinero también extraído del erario público. Si el crimen de los 43 de Ayotzinapa y su desaparición hubiese sucedido en otra nación incluso del Caribe, de África o del Medio Oriente, ya se hubiese encarcelado o ejecutado a los perpetradores, pero estamos en México donde la conjunción de estas circunstancias, fraudes, peculados, crímenes de lesa humanidad, e incluso de lesa patria, a lo que nos llevará es y muy remotamente, a un estallido social y a la ingobernabilidad. La ingobernabilidad ya está en puerta y a la vista, el estallido social aún no, solo falta esperar para saber cuándo. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?
Atenta y respetuosamente
Augusto Hugo Peña D.
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