El pueblo de México debe enterarse la clase de diputados que les representan
AUGUSTO HUGO PEÑA DELGADILLO Dossier ahpd 977 mayo 2 de 2016
El poder legislativo en cosa de 33 años y 5 meses, ha demostrado no ser un contrapeso entre los poderes judicial y ejecutivo. Se ha plegado al ejecutivo vergonzosamente traicionando su principal tarea de representar al pueblo. Hoy diputados y senadores son ni más ni menos que un fardo que el pueblo –su supuesto representado- tiene que cargar sobre sus extenuados lomos.
Constitucionalmente los diputados son los representantes del pueblo. Nada es más falso que esto en México. Los diputados se deben a su pandilla, a quien lo puso en el camino de tal diputación, a su partido, a sus propios intereses y al poder ejecutivo –el presidente- en todas las instancias. Así está diseñado este sistema político para controlar a la gente y expoliar las riquezas del país, entre ellas, los fondos del erario para engrosar las haciendas de los políticos y de los partidos, y estos últimos, con ese dinero, tendrán la posibilidad de comprar el sufragio de los mexicanos más pobres, o sea, de la mayoría de nuestros connacionales. Sin embargo y a pesar de todas estas urdimbres para engañar al pueblo y no representarlo a cabalidad, los diputados recientemente –la semana pasada- han aprobado una ley nueva, tan nueva como absurda.
Esta nueva ley es para imponer una norma interna en la Cámara de Diputados sobre la ética a la que se deben ceñir los legisladores. Les ordena simplemente a los diputados, no asistir borrachos a la Cámara, a ser honestos, a no traficar con influencias, a no recibir regalos –como el que recibió Peña Nieto, me refiero a La Casa Blanca con valor superior a los 7 millones de dólares (122 millones de pesos)- y no abusar del poder. Sobre esta ley o norma interna de la Cámara, hay que destacar dos puntos. Uno.- Que la iniciativa les fue enviada para su aprobación por Peña Nieto, y dos.- Que esta ley es innecesaria porque ya en otras muchas leyes está contemplado que los diputados no deben ser rateros ni omisos en su trabajo legislativo, sin embargo lo son y no pasa nada como nada pasó con los regalitos que les hizo el compadre Hinojosa a Peña Nieto; la Casa Blanca y la de Ixtapa de la Sal al presidente, y al secretario de hacienda, otra casita en otro fraccionamiento con campo de golf anexo.
Esta nueva jugarreta legislativa que acaban de hacer el presidente y los diputados, es la forma más burda de parte del ejecutivo de burlarse de su pueblo, sobre todo de la gente más jodida, a la que está empobrecida, y que por ello, es susceptible a vender su voto para que este sistema político perverso no salga del mismo círculo vicioso en el que se encuentra desde hace 33 años y 5 meses. Peña Nieto se ha dado el lujo de pendejear a los mexicanos, una y otra vez, pero tanto va el cántaro al agua que un buen día se rompe. Y, sobre esta ley nueva que obliga a los diputados a no ser rateros, no todos los diputados estuvieron de acuerdo porque consideraron que era una burla más hacia ellos y hacia los mexicanos de a pie. La ley fue votada por 318 diputados a favor, 26 en contra, 35 abstenciones y 121 inasistencias.
Otra muestra de que los diputados no nos representan es, que no contradicen al presidente en todas y cada una de las barrabasadas que pronuncia un día sí y otro también. El 1 de mayo dijo que el poder adquisitivo de los trabajadores aumentó un 5% en lo que lleva gobernando.
Prueba de que Peña Nieto miente y quiere engañar a los mexicanos, es la siguiente: El 16 de Septiembre de 1987, con un salario mínimo de $ 6.47, se podía adquirir 163.80% de la canasta básica. Hoy 1º de mayo del 2016, con el salario de 73.04 pesos, solo se puede adquirir el 34.05% del costo de la canasta básica. En este periodo -33 años y 5 meses- el salario acumuló una pérdida en su poder adquisitivo del 79.20 por ciento. ¿Miente o no miente Peña Nieto?
Un verdadero representante del pueblo, tiene que velar por los intereses de la gente, ¿lo hacen? ¡Claro que no! Y no lo hacen porque son sirvientes de su partido y del poder ejecutivo. Por ejemplo acá en Coahuila: Humberto Moreira endeudó al estado desmesuradamente y desvió hacia el PRI y hacia haciendas particulares -la de él por supuesto incluida- miles de millones de pesos. ¿Hubo acaso un diputado que denunciara y que se opusiera a ese robo descarado de los bienes del estado? Por supuesto que no. Por el contrario, tres legislaturas le han avalado sus robos, y los perpetrados por su hermano. Encubrir a un ladrón como es Humberto, hace cómplice a su hermano Rubén. Entonces, ¿tenía caso aprobar una ley que de hecho y derecho ya está contemplada en la Constitución? Absolutamente no, pero se hizo, lo reitero, para burlarse del pueblo, porque con esa ley o norma, los diputados, los gobernadores, el presidente e infinidad de funcionarios públicos de toda laya, van a seguir robando. La corrupción es el lubricante que hace que funcione este sistema político, lo dijo Miguel de la Madrid y lo sabemos la mayoría de los mexicanos. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?
Atenta y respetuosamente
Augusto Hugo Peña D.
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