Los 43 de Ayotzinapa y La Casa Blanca, dos lápidas en la cabeza Peña Nieto
AUGUSTO HUGO PEÑA DELGADILLO Dossier ahpd 950 abril 4 de 2016
La VERDAD HISTÓRICA, obra de un imbécil –Murillo Karam- ha obligado a Peña Nieto, al ejército y al gobierno mexicano, a trompicarse una y otra vez con tal de mantenerse en la terquedad del sistema político que nos gobierna. Nada ha perjudicado más a la presidencia –por ende al país- que la VERDAD HISTÓRICA sobre los 43 de Ayotzinapa y la tranza de La Casa Blanca/Peña Nieto.
Es bien sabido que “Él hubiera” no existe porque si así fuese: “Si mi tía tuviera ruedas sería bicicleta o patín del diablo”. La cuestión es que: Sí Peña Nieto fuese más inteligente y más honesto, hubiera reconocido inmediatamente –en el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos- que fueron autoridades corruptas las implicadas en la muerte, incineración y desaparición de los normalistas, sin embargo, con un procurador no poco imbécil, como Jesús Murillo Karam, las cosas tomaron un rumbo indeseable en el que Peña Nieto y el gobierno son los principales perdedores. Peña Nieto ha perdido mucha de la poca credibilidad que aún poseía hasta antes del 26 y la madrugada del 27 de septiembre del 2014, y el ejército mexicano no estuviese sentado en el banquillo de los acusados como lo está, debido a la terquedad y torpeza del general Cienfuegos, de la PGR y del propio Presidente.
Con tanto manoseo –nacional e internacional- del caso de los 43 de Ayotzinapa, de lo único que hay certeza es de que el Estado mexicano es el responsable, eso es porque está tipificado por el lado que quiera vérsele como un crimen de Estado. Si el procurador Murillo Karam hubiese sido un poco menos imbécil, habría aceptado la verdad tácita en la que militares fueron testigos y no hicieron nada más que documentar. Si hubiese aceptado que el CISEN y agentes federales de la PGR también fueron testigos y tampoco hicieron nada, y que los tales delincuentes en realidad eran agentes policiacos al mando de quien fuese, el presidente Peña Nieto, la misma presidencia y el gobierno federal en su conjunto, no estuviesen cuestionados nacional e internacionalmente, pero reitero, un imbécil –Murillo Karam- optó por inventar una VERDAD HISTÓRICA en lugar de aceptar como buena la verdad, la verdad tácita.
Si el general Salvador Cienfuegos no hubiese sido tan irresponsable, habría aceptado en primera instancia que miembros del ejército fueran testigos y los hubiese presentado –como era su obligación- ante la PGR para una investigación apegada a derecho, pero no, optó por coludirse con Murillo Karam, y por amenazar –como berrinchuda quinceañera- que renunciaría si “sus muchachos” o sea los soldados, eran expuestos en declaraciones en las que extranjeros fuesen quienes los cuestionaran. Si este general hubiese actuado dentro de la legalidad y apegado a la verdad, tanto la presidencia como el propio presidente y el ejército mexicano, estarían salvos del desprestigio que hoy cae sobre sus espaldas, y México como nación y su gobierno, no estarían el bocadillo del día en la prensa nacional e internacional, incluso como parte del problema de los 43 de Ayotzinapa y no como la solución del mismo.
En suma, si la presidencia estuviese en manos que cualquiera que no fuese Peña Nieto, el problema ya se habría resuelto, aceptando la verdad con cierta responsabilidad del Estado.
Sin embargo, ha habido infinidad de oportunidades para que el gobierno federal acepte la realidad verdadera y no la VERDAD HISTÓRICA inventada por un imbécil, Peña Nieto, sus titiriteros, sus secretarios o consejeros, no han mostrado la mínima inteligencia ni la capacidad negociadora suficiente, y se han mostrado cerrados ante las investigaciones de expertos, aduciendo imbecilidades peores aún que las esgrimidas por Murillo Karam. Esto que ya es demasiado para digerirlo mentalmente, sumado al hecho de que La Casa Blanca adquirida de manos de un contratista favorecido por Peña Nieto con contratos de obra multimillonarios, y que también se ha convertido en otra piedra en el zapato de Peña Nieto, deja a nuestro gobierno, prácticamente en manos de un inválido, políticamente hablando, de un náufrago en medio de una mar embravecida en la cosa pública, y de un huérfano de ideas, de inteligencia y de buena fe, para sacar adelante al país, de problemas infinitamente más graves que el asunto de los 43 de Ayotzinapa y de la VERDAD HISTÓRICA, invento de un imbécil. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?
Atenta y respetuosamente
Augusto Hugo Peña D.
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