Pusilanimidad y resiliencia; factores antepuestos que han hundido al lagunero
AUGUSTO HUGO PEÑA DELGADILLO Dossier ahpd 831 octubre 30 de 2015
La Laguna se ha rezagado del resto de la república por varios factores; la mala calidad del aire, del agua y el suelo, son junto a la clase política inútil y corrupta la primer causa, pero también incide de manera importante la resiliencia de sus habitantes por un lado y la pusilanimidad de las mayorías; no hay cohesión entre las clases medias y la masa empobrecida.
A primer golpe de vista, llegar a Torreón y permanecer algunos años, tres o cuatro a lo sumo, te da una idea muy clara de la bonhomía del lagunero, de la facilidad que tiene para ser amigable con la gente de fuera; su talante y positiva catadura es único en nuestra república. Me quedé, lo reconozco, por conveniencia; ya tengo 53 años en La Laguna y si aún estoy aquí es porque me conviene en todos los sentidos; aquí he encontrado más de lo hallado en otras partes, me refiero al afecto de personas ajenas a mí y tan diferentes que me cuesta trabajo entender el por qué en La Laguna la gente es tan afectiva. Más al permanecer aquí por más de medio siglo me hizo un lagunero recalcitrante, porque he reconocido que en medio de las adversidades políticas y económicas que sufren los laguneros se encuentra un espíritu resiliente maravilloso.
La adversidad no les quita el sueño, cada día es una nueva vida para los laguneros, pero lo que me resulta incomprensible es el por qué no existe una cohesión entre las clases medias y la gente más desprotegida –como generalmente sucede en todas partes y en todas las épocas- la gente de en medio se identifica negativa o positivamente con la gente de arriba –con la clase política y empresarial- de los primeros dice que son una ladrones, como lo son, unos vividores, como lo son, y unos corruptos como lo son y tienen fama de ello; de los ricos y exitosos en veces los deifican y otras los condenan por voraces, lo hacen porque no entienden que los ricos, los verdaderamente ricos, al serlo no piensan en los demás, de los de afuera del círculos que los envuelve, ellos solo se ocupan de sus riquezas y de todo aquello que les sirve para conservarlas.
Las clases medias en todas las épocas se han movido en contra de las injusticias y abusos de los de arriba, sean estos políticos o grupos empresariales y siempre han hecho uso de la gente de abajo, de los desprotegidos social y económicamente hablando, sin embargo en La Laguna eso no sucede, aquí son dos segmentos divorciados y creo que esto sucede porque esta clase, la media, sempiternamente lucha por no caer en la pobreza y por aspirar a la riqueza, a pesar de ello y que los pobres solo aspiran a salir del hoyo de su miseria, no se adhieren los unos a los otros para enfrentar juntos esos abusos e injusticias de los que son víctimas ambos grupos. Esta actitud desconcertante la vislumbro como mera pusilanimidad y conformismo.
De esto hay muchos ejemplos pero me concentraré solo en unos cuantos. Hace años la gente sabe que el Grupo LALA, PEÑOLES y otras empresas hacen uso indiscriminado del agua, la expolian para su provecho y peculio, y aunque es sabido que lo hacen porque se coluden con la autoridad corrupta, hacen muy poco para remediar los males que les afectan en su salud, economía y vida familiar. Son pocos los que se manifiestan y cuando lo hacen, no dejan sentir su fortaleza ni su cohesión de unos con los otros para hacer una inmensa mayoría que pueda resolver el problema.
En Saltillo y Durango capital cuando la gente se ve afectada en sus derechos como los del agua y otras índoles, se manifiesta masivamente y logra resolver sus problemas, los gobiernos les hacen caso y el asunto queda resuelto, en La Laguna en cambio eso no acontece porque las clases medias y la gente pobre no forman un binomio de fuerza para obligar a las autoridades y sus cómplices del medio empresarial para solucionar el problema, convirtiendo a la masa humana lagunera en un conglomerado incoherente y pusilánime porque no es persistente en sus reclamos. Todos en La Laguna sabemos el mal que nos hacen quienes expolian los mantos freáticos o acuíferos, y que con el arsénico, el cadmio y el plomo nos han convertido en una comarca donde las enfermedades nos afectan gravemente, y en tal caso específico, si estamos afectados y la autoridad no hace nada por remediar el asunto, ¿Por qué no hacemos nada, ni siquiera lo mínimo pertinente para remediar estos males? Este asunto me tiene desconcertado sobremanera y por ello me he ocupado de estos problemas que nos aquejan a todos. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?
Atenta y respetuosamente
Augusto Hugo Peña D.
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