La corrupción política en México genera más dinero que el narco; Buscaglia
AUGUSTO HUGO PEÑA DELGADILLO Dossier ahpd 835 noviembre 2 de 2015
Según el profesor e investigador de la Universidad de Columbia en EEUU, el dinero sustraído ilegalmente por infinidad de medios por los políticos mexicanos, y lavado en bancos y empresas, supera en mucho el dinero generado por el narco, y no existen juicios legales para remediarlo. De eso y la ineptitud de infinidad de políticos, es que México se estancó y se ha hundido.
Edgardo Buscaglia señala que “la clase política en México está infiltrada por el narco, en el PRI y los demás partidos. También se le vincula con otros delitos; el profesor e investigador de la Universidad de Columbia asegura que el lavado de dinero por la corrupción política supera y en mucho al que realiza la delincuencia organizada dentro del narcotráfico y otros delitos, lo que implica que la penetración de fondos para el lavado de dinero sea enorme. Dice que es necesario y urgente reformular el renglón judicial porque no existen procesos legales al respecto.”
“En México el dinero de los cárteles es significativo y pasa en parte por el sistema político, lo cual hace que la corrupción en el gobierno siga siendo relevante en su relación con los cárteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y otros, pero además hay que agregarle todo el dinero sucio producto de actos de corrupción como malversación de fondos, enriquecimiento ilícito, sobornos, entre otros. La corrupción política en México engloba mucho más dinero sucio que el solo ligado al narcotráfico, por lo tanto, los considera Buscaglia, como una fuente de recursos sucios más significativa que los generados por grupos de narcotraficantes.”
Se le pregunta: Además del dinero del narcotráfico, ¿de dónde fluye el capital ilegal a los políticos? Su respuesta es clara: “El lavado de dinero por corrupción política en la república mexicana está alimentada por el narcotráfico y por muchos otros tipos de crímenes relacionados con conflictos de interés, licitaciones públicas, tráfico de influencias, evasión fiscal, sobornos y enriquecimiento ilícito que no se consideran para investigaciones judiciales.”
“En el caso mexicano no se puede partir de la premisa de que el narcotráfico es la principal fuente de lavado de dinero, ya que existen otra gran proporción de delitos, incluyendo tráfico de drogas, que alimentan la corrupción política mexicana, entonces no se puede presuponer que las drogas sean la principal fuente de blanqueo de capitales.”
A Edgardo Buscaglia lo asiste la razón. ¿Cuántas decenas de miles de millones de pesos son evadidas del fisco por empresarios en contubernio con funcionarios públicos?... ¿Y cuantos más por elusión de impuestos disfrazados de donaciones a instituciones de arte o benéficas?... ¿Y cuantos más por comisiones de manera de subterfugio en la licitación de contratos de obras públicas y servicios, y del tráfico de influencias? Solo por medio de la mega deuda en Coahuila perpetrada por Humberto Moreira, es probable que se hayan desviado de 13 a 15 mil millones de pesos, mismos que fluyeron hacia la campaña presidencial y a no pocos bolsillos de políticos. Y en Torreón en las dos últimas administraciones municipales se han y se están desviado no pocos miles de millones de pesos, por ello hay que considerar que Buscaglia está en lo cierto.
Bueno, y considerando que estos dichos tienen certidumbre, ¿Qué ganamos los ciudadanos de a pie con saber que los políticos están ligados al narcotráfico y que se despachan con la cuchara grande los dineros del erario? Nada, absolutamente nada, porque hay otro factor que imposibilita que estos delincuentes sean llevados a juicio y que el dinero que se robaron le sea devuelto a las arcas públicas, es la impunidad, sí, la impunidad que campea por todos los medios gubernamentales y delincuenciales… ¿Y qué remedio podemos ponerle a este asunto que tiene al país en un abismo y a los ciudadanos en el filo del hambre? ¡Ninguno! Porque la impunidad está tan bien controlada y organizada por la clase política, que ni siquiera soñemos que podemos –en el corto y mediano plazo- sacudirnos esta carga corruptiva, que cargamos sobre nuestros famélicos lomos, mejor hay que esperar que nuestros hijos y nietos lo puedan lograr. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?
Atenta y respetuosamente
Augusto Hugo Peña D.
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