lunes, 30 de noviembre de 2015

México está destinado a ser una nación imparable; Enrique Peña Nieto

México está destinado a ser una nación imparable; Enrique Peña Nieto


AUGUSTO HUGO PEÑA DELGADILLO     Dossier ahpd  853        noviembre 30 de 2015

Si “el destino manifiesto” para EEUU ha significado extenderse y apropiarse de nuestro continente y a 170 años de ese manifiesto no solo se adueñaron de América sino de casi todo el mundo. En cambio el dicho de Peña Nieto de que “nuestro destino es imparable”, tal vez tenga razón, la pobreza, miseria y hambruna en México han sido imparables los últimos 33 años.

Como un Nostradamus o como lo dijese en uno de sus artículos el periodista norteamericano John L. O´Sullivan en el año 1845 refiriéndose específicamente al destino de EEUU como nación, destino manifiesto con derechos divinos para apropiarse de todo nuestro continente, el presidente Peña Nieto ha sentenciado que: “México está destinada a ser una nación imparable”, lo dijo ante los dueños del país, los dirigentes empresariales y a unos días de cumplir su tercer año de gobierno. ¿Qué habrá querido decir con imparable? Porque lo que hemos visto en los últimos 33 años que México va de manera “imparable” en picada; la pobreza en este lapso se ha multiplicado y puesto en aprietos delicados a la mayoría de los mexicanos. Hablar de nuestro destino como nación tan a la ligera sin recato, con mofa  y con harta desvergüenza no dignifica su investidura. 
La frase destino manifiesto aparece en el artículo <ANEXIÓN> del periodista John L. O´Sullivan en Nueva York en la revista Democratic Review en Julio/Agosto de 1945 y reza lo siguiente: “El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino”, O´Sullivan tenía razón, porque en los 170 años que han transcurrido, Estados Unidos prácticamente se ha extendido ya no solo por nuestro continente sino por sobre todo el mundo, esto es un hecho histórico, pero el dicho de Peña Nieto de que nuestro destino como nación es imparable no dice nada tangible, es parabólico porque lo mismo infiere desarrollo y progreso para unos cuantos, que regresión, miseria y en el mejor de los casos estancamiento para las mayorías. 
Aquí en México la Providencia nos ha mandado a una caterva de ineptos y corruptos a hacerse cargo del gobierno, no de nuestro gobierno, porque no es nuestro, es de ellos, los que sin mesura alguna se enriquecen a costa de los más pobres gracias a que se han coludido con la oligarquía y por ello se han apropiado de nuestro destino miserable. Modifican un día sí y otro también la Constitución, nuestra Carta Magna para seguir exprimiendo a la población, dejando la ganancia repartida entre oligarcas, plutócratas, trasnacionales y quienes nos gobiernan, y las pérdidas todas con cargo al pueblo, sobre todo a las castas más empobrecidas. 
La culpa no es solo de esa banda de malandrines sino nuestra también porque no hemos sabido unificarnos para revertir esta inmensa carga que nos abruma y atosiga. Los mexicanos en una inmensa mayoría no hemos sabido concatenar nuestros esfuerzos y anhelos para gobernarnos a sí mismos ya que hemos permitido que los peores decidan nuestro destino, un destino manifiesto que va a la inversa del desarrollo y progreso de las mayorías. 
El gobierno de Peña Nieto es el sexto al hilo que ha hundido al país no solo en la pobreza extrema de millones de connacionales, también durante estos 33 años, el país ha dejado de ser nuestro y a Peña Nieto le ha tocado darnos la puntilla entregando nuestros energéticos a oligarcas nacionales y a trasnacionales; el progreso y desarrollo es de ellos, de los ricos que se enriquecen más y de la clase política. ¿Cuánto ganan los legisladores, los magistrados de la Suprema Corte de Justicia, los gobernadores, secretarios y el presidente? Un mundo de dinero que les resuelve favorablemente su destino y les colma sus mesas de alimentos que opíparamente degustan, mientras más de 70 millones de mexicanos se tambalean en los linderos del hambre y la miseria. ¿Ese es el destino imparable que nos depara el vaticinio de Peña Nieto? O, ¿usted qué opina, apreciable lector? 
Atenta y respetuosamente 
Augusto Hugo Peña D. 

Zuloaga 22 c. p. 27140 Torreón, Coahuila. Tel. Cel. 871 211 95 91 – E-mail ah.pd@hotmail.com 

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