29 de Noviembre; día internacional y nacional sobre Palestina
AUGUSTO HUGO PEÑA DELGADILLO Dossier ahpd 852 noviembre 28 de 2015
El 29 de Noviembre es un día para no olvidar la sevicia que la judería imprime en todos los actos y discursos en contra de un pueblo, su víctima, el palestino. Hoy por esnobismo el mundo plañe y lloriquea por 130 asesinados en Paris el viernes 13 de noviembre por yihadistas, y calla con gran cobardía por los miles de palestinos robados y asesinados por la judería internacional.
Cada 29 de noviembre, desde hace ya muchas décadas, se conmemora el día internacional en pro de Palestina y también nacionalmente se llevan en Gaza y Cisjordania dichos eventos para tratar –en lo que cabe- mantener el espíritu de independencia ante la brutalidad de los judíos israelitas que se amparan cobardemente en la fortaleza de EEUU y sus aliados incondicionales como Francia y Gran Bretaña entre otros. Los palestinos lo único que quieren en esta vida, la vida de los que quedan aún después de las matanzas despiadadas que los judíos perpetran contra ellos por y con fines aviesos, del apropiamiento de un territorio ajeno, es vivir en paz ya sin importarles que sus vecinos más próximos sean judíos desalmados y ladrones.
La crueldad de los judíos es enorme, inconmensurablemente enorme, no hay judío, ya no solo de los que habitan en Israel y en la Palestina ocupada por ellos sino en el mundo entero, que no desee fervientemente la desaparición de los palestinos –con cualquier medio- como única meta para poder apropiarse de ese territorio –que según ellos- Dios, el Dios de Ellos, les prometió, ¿de cuál Dios estarán hablando y de cuando data esa promesa? Porque adoran dos dioses, al becerro de oro y a Jehovah. Ahora preguntémonos: ¿Cuándo fue que uno de esos dioses les prometió Palestina para ellos solitos?... ¿Cuándo Moisés bajó del Sinaí luego de que se le apareció Jehovah en una zarza ardiendo y vio a los de sus tribus bailándole al becerro de oro en el siglo XIV a. C., o cuando Salomón contrató a escribas fenicios para escribir lo que hoy conocemos como el antiguo testamento, en el siglo X a. C., en donde se encuentra ese pasaje promisorio?
Bueno… regresando a la conmemoración del 29 de noviembre en que cada año se insiste en recordar que este día hay que mantenerlo en la memoria para no olvidar que Palestina es de los palestinos y que si bien la riqueza de los judíos le compró a Inglaterra ese territorio que ciertamente no era de los judíos ni de Gran Bretaña tampoco, porque era de sus habitantes que por milenios los estaban habitando, la ONU, un organismo fundado por los triunfadores de la II Guerra Mundial, haciendo un sinnúmero de trampas y chanchullos, le dio una supuesta legalidad a ese espacio geográfico para ahí refundar –luego de más de 2000 años- un estado configurado como el hogar nacional de los judíos, cosa que no han logrado por la lógica atávica que poseen en su memoria la inmensa mayoría de los miembros de la judería internacional.
Sendas resoluciones partieron La Palestina en dos, les dieron la mejor parte a los judíos y el resto a los palestinos, sin embargo, la voracidad implícita de los judíos y su hambre de configurarse en un pueblo, una nación y un estado, los llevó a aceptar esa parte pero sin respetar la otra, la de los palestinos, regresando a las andadas a las que se han acostumbrado a lo largo de los siglos en infinidad de naciones en las que habitan como nómadas sin integrase nacionalmente a nadie.
El mundo civilizado tiene una deuda de honor y justicia con el pueblo palestino, sin embargo hoy plañe y lloriquea por la muerte de 130 personas asesinadas por yihadistas en Paris el viernes 13 de noviembre y asume un silencio cómplice y cobarde por la muerte de miles de palestinos asesinados de la forma más cobarde y artera por judíos armados hasta los dientes por EEUU, Francia y Gran Bretaña, judíos que presumen de sus altos grados universitarios, de sus riquezas y de contar con cerca de 200 premios Nobel dentro de sus filas judaizadas, lo que es probable que los haya convertido en un tipo de asesinos tan sofisticados que a cada palestino que matan lo insertan en sus discursos como si se tratase de un terrorista, sin importarle a ellos y a quienes los manipulan, que estas víctimas sean miles de niños, mujeres y pobres hombres que se oponen a seguir cargando sobre sus lomos la ignominia de soportar la sevicia que imprimen en cada acto y discurso los judíos ahí avecindados por medio de las armas y la voracidad desmedida, por todos los puntos cardinales de sus hogares y su existencia. O, ¿Usted qué opina, apreciable lector?
Atenta y respetuosamente
Augusto Hugo Peña D.
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