miércoles, 11 de octubre de 2017

Cuando la confianza se pierde en algo o en alguien, jamás se puede recuperar.

Cuando la confianza se pierde en algo o en alguien, jamás se puede recuperar.

AUGUSTO HUGO PEÑA DELGADILLO Dossier ahpd 1576   Septiembre 29 del 2017
Hace días me referí al poder de la ira popular contra el gobierno y sus instituciones, sin olvidar que quienes nos gobiernan no han sido buenos gobernantes, por el contrario, resultaron un desastre desde el primer día de gobierno de Peña Nieto. Hoy hablaremos de la desconfianza, un factor que se quiera o no, entorpece las labores de rescate de víctimas y también la reconstrucción consolidada de nuestro país. ¿Es bueno o malo desconfiar?
Cuando la confianza se pierde en algo o en alguien, jamás se puede recuperar. Eso le ha pasado a este gobierno en el que nadie confía e incluso me atrevo a decir que ni ellos mismos confían en sus propias capacidades. La ineptitud, la corrupción y la mala fe de quienes dicen gobernarnos, está absolutamente calificada por el pueblo como algo inservible. El desconfiarles es inevitable.
Siempre ser demasiado confiado no ofrece ninguna garantía, de ahí que hay que desconfiar de todo aquello que se nos muestre falso, como lo ha sido este gobierno. Peña Nieto aún antes de asumir la presidencia, despertaba desconfianza por su historial como gobernador del estado de México y encubridor de Arturo Montiel, su tío y padrino, quien saqueó a su estado con más miles de millones de pesos de los que ahora se necesitan urgentemente para la reconstrucción de este México dolido que está sufriendo los embates de la naturaleza. La premisa de la que debemos acogernos los mexicanos de a pie, los más de 120 millones de mexicanos, debe de empezar por que la desconfianza nos resulte un factor favorable. La desconfianza, reitero, entorpece algunas labores, pero si la experiencia nos dice que alguien nos engaña, nos roba y veja, debemos desconfiar de todo lo que diga y haga.
Estoy seguro que el pueblo desconfía del gobierno y con justa razón. Todas las dependencias e instituciones a cargo del gobierno nos han defraudado. La secretaría de gobernación y la PGR a su cargo, no han resuelto casos como los de Nochixtlán, Tlatlaya y el de los 43 normalistas masacrados, asesinados y desaparecido, ¿por qué habríamos de confiar en esa institución de la seguridad y gobernanza local e interior del país? El espinoso asunto de La Casa Blanca que Peña Nieto recibió de manos de su compadre, el señor Hinojosa, dueño de la constructora HIGA, no ha sido resuelto. Peña Nieto y su esposa dijeron que venderían dicha casa, que se desharían de ella, más eso no es suficiente, deberían retornar al erario el fruto de esa venta, porque su compra fue fraudulenta, ya que se hizo por medio de una mordida a cambio de otorgar obras a precios inflados. Hoy la desconfianza de los mexicanos se acrecienta, al grado que un grupo de jóvenes estudiantes de la UNAN desconfía de esa casa de estudios y han tomado el mando de la entrega y recepción de ayuda para los damnificados. El pretexto de tal desconfianza, se debe a la falta de transparencia en la repartición de dichas ayudas.
En la secretaría de educación tampoco se puede confiar, porque su primer titular impuesto por Peña Nieto, Emilio Chuayffet Chemor, resultó un fiasco, porque no pudo controlar al magisterio disidente, la CNTE. El Nuevo secretario, Aurelio Nuño ha resultado peor que su antecesor. Le ha quedado demasiado grande el puesto de titular de la secretaría, y aun así pretende que Peña Nieto, su cuate, lo haga candidato del PRI a la presidencia de la república en la elección del 2018.
Ahora que los terremotos han dañado y o destruido más de 12 mil 500 escuelas, ¿cómo confiar en Aurelio Nuño, si lo único que vemos y sabemos de él es su ineficacia y el uso que hace de la demagogia para sostenerse en un puesto que le queda grande?... ¿Podemos confiar en el ejército? Es claro que no, y menos ahora que le han sacado a la luz al secretario Salvador Cienfuegos, una serie de negocios que lo han enriquecido en lo particular; además desde que el ejército salió a las calles de forma anticonstitucional, por hacer una tarea que no le corresponde, para el combate a la delincuencia organizada –ese es el pretexto-, resulta que cada año, cada mes, cada día, es más la delincuencia y mayor el peligro para la sociedad. ¿En el Congreso de la nación podemos confiar? Absolutamente no, porque siendo –eufemísticamente- los representantes del pueblo, en la realidad representan los intereses de ellos, de sus partidos y los del presidente Peña Nieto que los controla como sus monigotes.
¿Y en los gobernadores podemos confiar? Los fraudes cuantiosos perpetrados por Humberto y Rubén Moreira en Coahuila; los perpetrados por Beto Borge Angulo en Quintana Roo, los que también perpetró César Duarte en Chihuahua; y los del infame Javier Duarte en Veracruz más once gobernadores del PRI y alguno del PAN que, o están en la cárcel por rateros, o están por ser aprehendidos. Por supuesto que confiar en los gobernadores sería un error garrafal. ¿Acaso se puede confiar en la Suprema Corte de Justicia? No, porque la justicia está sirviendo solo a los intereses del ejecutivo, y porque además son magistrados que ganan más de 600 mil pesos mensuales y, aparte, dietas y una serie de prestaciones como si fueran la reina de Inglaterra. Ellos solo cuidan su chamba, y la justicia para los mexicanos les vale un cacahuate.
De Peña Nieto solo puedo decir que es de quien más debemos desconfiar, sus acciones, dislates y corruptelas nos obligan a ello. ¿Entonces en quién confiar? Por lo pronto en nosotros mismos, mientras nos vamos deshaciendo paso a paso del peso enorme que llevamos sobre nuestros lomos a causa de estos malos gobiernos. Solo debemos confiar en el cambio de gobierno y de gobernantes, y de todas las instituciones que nos dañan. Debemos rescatarlas y rescatar al México que es nuestro y no de ellos, confiemos entonces en nosotros mismos, y evitemos darle pretextos a este gobierno para que nos reprima. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?
Se deseas leer mis anteriores escritos, puedes hacerlo ingresando a Google en: elnuevoblogdeaugustopena.blogspot.com
Atenta y respetuosamente
Augusto Hugo Peña D.

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