domingo, 19 de mayo de 2013

La Batalla de Puebla


 La Batalla de Puebla

Augusto Hugo Peña Delgadillo.               Mayo 17 del 2013.                   Dossier a37

La de batalla Puebla de mayo 17 hace 150 años; historia que nos enseña el por qué estamos así. Al invasor ya no le hace falta enviar ejércitos para conquistarnos; nos imponen al presidente y comandante supremo de nuestra fuerzas militares; los enemigos de México hace 150 años, los mismos de ahora, oligarquía e iglesia
Hoy 17 de mayo del 2013, deberíamos conmemorar la batalla de Puebla, en la que Charles Latrille, conde de Lorencez, derrotó al ejército mexicano al mando de Jesús González Ortega. ¿Con cuántos hombres contaba el ejército mexicano?... lo ignoro, pero si sé cuántos soldados franceses estaban a la orden de Lorencez, eran 37 mil, y de ninguna manera, eran los franceses el mejor ejército del mundo; Francia era un país venido a menos y estaba tratándose de recomponer a base de guerras; empezó en Crimea contra Rusia, en alianza con otros europeos, que por intereses propios fueron en ayuda de Turquía, su abastecedor de combustible –Kerosene- para paliar el gélido invierno y alumbrar las noches en los palacios y castillos.
El emperador francés era Luis Carlos Napoleón III, antes de lanzarse contra México, emprendió otras guerras menores, todas ellas, desde la de Crimea hasta la de Prusia -la que Francia perdió vergonzosamente- fueron sugeridas, diseñadas y financiadas por la banca Rothschild, propiedad de una familia judía predestinada a depredar a la humanidad, aprovechando las más elementales condiciones humanas, cuestión en la que eran –y siguen siendo- expertos. Esta batalla que culminó el 17 de mayo, hace 150 años, y se consolidó 4 meses después en Chapultepec, está en la historia de México oculta por razones políticas que no entiendo, porque de ella, los mexicanos sabríamos perfectamente qué es lo que en el México actual acontece; aprenderíamos de esa historia el por qué seguimos dependiendo de los poderes extranjeros; tendríamos claro quiénes eran los principales enemigos del pueblo de México, y quienes lo son hoy en día.
Los mexicanos que alentaron la llegada del imperio de Maximiliano, son los mismos que hicieron posible que los últimos seis presidentes de México –De la Madrid, Salinas, Cedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto- se adueñasen de nuestra patria y nuestra voluntad, me refiero a la oligarquía, a los plutócratas y a la iglesia católica, estos poderes fácticos de hoy, son los mismos que trajeron a Maximiliano, entregándole a Francia nuestro destino, aprovechando que los Estados Unidos se encontraban luchando entre sí, yanquis contra confederados, quienes peleaban no por ideal alguno sino simple y llanamente por intereses hegemónicos. Los factores que incidieron en México hace 150 años son diferentes hoy; ya no hace falta que vengan ejércitos franceses o de otras naciones a domeñar al país para expoliarlo en sus riquezas naturales, hoy, gracias a esos últimos seis presidentes que menciono, nuestro ejército, la marina y las policías federales primordialmente son los encargados de someternos a los designios de Washington.
Las fuerzas extranjeras que tienen su bota sobre nuestras espaldas, ya no tienen que enviar soldados, mandan asesores, entrenadores, financieros, trasnacionales, y utilizan la estructura política y militar de México; todo lo que tienen que hacer es colocar a un títere o un pelele en Los Pinos, y además siguen contando con la cooperación de la oligarquía, la iglesia y los plutócratas.
Por todo lo anterior mencionado, pienso que nada sería más saludable para los mexicanos que saber la verdad sobre nuestra historia; olvidémonos de historias e historietas edulcoradas con patriotismos ramplones y falsificados; el pueblo de México tiene la edad suficiente y el adecuado intelecto para entender el por qué de nuestras crisis y desgracias; el Estado, en las escuelas de gobierno, por medio del libro escolar gratuito, miente a nuestros niños y siembra en sus mentes, “ideales” que sólo sirven para complacer a la oligarquía; las escuelas y universidades de corte religioso, católico principalmente, pretende catequizarnos como lo hicieron los frailes españoles con los indígenas, los enseñan a ser sumisos, a amar a Dios y a agachar la cabeza o a poner la otra mejilla que es lo mismo; los colegios y academias laicas –al igual que las católicas- ven a los niños como clientes y se hinchan de ganar dinero con las altas colegiaturas; por todo esto y mucho más, por el bien de nuestros hijos y nietos, tenemos que aprender de nuestra historia, y debemos inculcar en las nuevas generaciones, la verdad sobre ella. O ¿usted qué opina apreciable lector?
Atenta y respetuosamente 
Augusto Hugo Peña D.

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