Dice el presidente Peña Nieto que el delito rebasó a las instituciones. ¡Falso! Las instituciones del estado mexicano fueron desnaturalizadas, por funcionario y políticos ineptos, corruptos y mal intencionados.
AUGUSTO HUGO PEÑA DELGADILLO Dossier ahpd 1541 Agosto 31 del 2017
Dice el presidente Peña Nieto que el delito rebasó a las instituciones. ¡Falso! Las instituciones del estado mexicano fueron desnaturalizadas, por funcionario y políticos ineptos, corruptos y mal intencionados. Por esta razón y no otra es que las bandas delictivas y no pocos empresarios deshonestos, permearon las instituciones, corrompiendo primero a los encargados de hacerlas funcionar para el bienestar de toda la sociedad y no de unos cuantos.
En un precario escenario en el que la delincuencia está por encima del gobierno, Peña Nieto y su gabinete pierden un valioso tiempo en preparar su 5º Informe de Mentiras en lugar de avocarse a hacer el trabajo que están obligados a hacer y al que se comprometieron. Este gobierno no puede ni debe evadir sus culpas. Todos en México sabemos que este gobierno no ha funcionado.
En el marco de la clausura de la 42º sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública, no solo Peña Nieto dijo que: “el delito rebasó a las instituciones”, también el secretario de gobernación Osorio Chong aseguró que la situación se ha vuelto más compleja en los últimos 15 meses. Esto es muy cierto pero no dicen cuáles son las razones, solo dicen que aunque la política de seguridad ha sido de la mayor prioridad porque los retos en esta materia requieren una respuesta firme y decidida, “hay que reconocer que el diseño institucional vigente de descentralización de las labores de seguridad ha sido rebasado por los desafíos del siglo XXI”. Eso dijo y admitió Peña Nieto. Sin embargo las razones son otras, como son el hecho de que las instituciones, o más bien dicho que quienes están al frente de ellas, tienen otras prioridades ajenas a la seguridad nacional. Se dedican estas “instituciones” como la PGR, el CISEN, la Secretaría de Relaciones Exteriores y otras más incluyendo a la propia presidencia, a buscar las formas de difamar a sus adversarios políticos de cara a las elecciones del 2018.
Están activísimos en otras tareas ajenas a la seguridad nacional porque solo ven con temor la alta posibilidad de que el PRI pierda la presidencia, algunos gobiernos estatales y otros espacios que ocupa en alcaldías y en los congresos. La tendencia del PRI ha ido a la baja desde que Peña Nieto asumió la presidencia, su aprobación de parte de los ciudadanos es la más baja en los últimos doce o más sexenios, solo en el 2016 perdieron 7 gubernaturas ante el PAN/PRD, y en el 2017, de los cuatro estados en que contendieron, perdieron los cuatro. Y no porque estén tramando sendos fraudes electorales en Coahuila y el estado de México no quiere decir que no los perdieron. Perdieron en el estado de Nayarit el gobierno estatal, y en Veracruz más de 145 alcaldías. Eso es lo que los tiene ocupados y eso es el por qué han descuidado el combate a la delincuencia.
La presidencia y las instituciones todas del estado mexicano –del gobierno federal- gastan sus esfuerzos y cuantiosas sumas de dinero en cerrarle el paso a MORENA, al PAN y al PRD. Dilapidan ese dinero y esos esfuerzos en todo menos en combatir al crimen organizado. Esta y no otra es la razón de que “el delito haya rebasado a las instituciones” como dice Peña Nieto y asegura Osorio Chong. No es el desafío del Siglo XXI, como dice el secretario de gobernación, es la ineptitud e inoperancia de las instituciones encargadas de resguardar la seguridad pública nacional, la que tiene la culpa y toda la responsabilidad de que los delitos de toda laya vayan a la alza.
Las acciones políticas y operativas de la presidencia y el PRI se han centrado en tres puntos. Uno.- En sacar adelante la Ley de Seguridad Interior para legalizar lo que constitucionalmente es ilegal y contrario a los preceptos de nuestra Carta Magna, que el ejército haga el papel de policías cuando es claro que no están preparados para ello. Una realidad palpable es que desde que sacaron al ejército a las calles y al campo, la delincuencia y con ello los delitos de han multiplicado exponencialmente. Dos.- El gobierno de Peña Nieto ocupa más de la mitad de su tiempo y sumas estratosféricas de dinero del erario, en cerrarle el paso a la competencia electoral –MORENA, PAN, PRD- debido a que el PRI va a la baja a causa de lo inoperante y las corruptelas de quienes ocupan y dirigen nuestras instituciones, incluyendo la presidencia. 3.- Peña Nieto y sus esbirros tratan de lograr a cualquier precio y costo, imponer en una fiscalía general que aún no existe, a uno de sus más conspicuos amigos, compadre y cómplice, me refiero a Raúl Cervantes Andrade que actualmente se ocupa de dirigir la procuraduría general de la república, con el fin de garantizar la inmunidad y la impunidad del propio Peña Nieto por nueve años más. Estas tres son las razones principales de que “el delito haya rebasado a las instituciones”, lo dijo Peña Nieto.
Otra causa y no menor en importancia de que los delitos se hayan multiplicado, son las precarias condiciones en las que viven más de 70 millones de mexicanos, los que por falta de empleo o porque sus ingresos no cubren sus necesidades mínimas ni las de sus familias, son cooptados por grupos delincuenciales, los que además se encuentran ligados –muchos de estos grupos- a políticos y funcionarios públicos de todos los niveles. El salario mínimo es otra causal de suma importancia, pues es imposible que con un ingreso de 80 pesos con 4 centavos, se puedan cubrir siquiera los mínimos gastos de las familias más pobres. El salario mínimo “legalizado” ilegalmente ha mantenido en el nivel de esclavos a millones de mexicanos, favoreciendo con ello a la clase empresarial. Eso lo saben Peña Nieto, el CONEVAL, el INEGI y SEDESOL, por lo que es ocioso, ruin y malévolo que Peña Nieto y Osorio Chong, evadan sus responsabilidades, y culpen de la delincuencia a la ciudadanía y a los gobiernos estatales y municipales. El gobierno federal es en lo absoluto, el principal culpable de este problema. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?
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Atenta y respetuosamente
Augusto Hugo Peña D.
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