lunes, 29 de enero de 2018

Decirle loco a Donald Trump no es una ofensa, es un diagnóstico


Decirle loco a Donald Trump no es una ofensa, es un diagnóstico

AUGUSTO HUGO PEÑA DELGADILLO    Dossier ahpd 1666      Diciembre 13 del 2017

Decirle loco a Donald Trump no es una ofensa, es un diagnóstico que ha sido magnificado por decenas de siquiatras, sicólogos, neurólogos, y especialistas en enfermedades mentales, sin embargo para él que es un cínico extraviado en la ignorancia, es un piropo. Sin embargo está loco de remate, él y su yerno, el judío, Jared Kushner, incendian las praderas del Medio Oriente, trasladando la embajada de EEUU a Jerusalén, lo hacen por perversión, o locura

La imaginación no tiene fronteras, por ello imagino que ahora EEUU les avala en sus tropelías contra el pueblo palestino, un pueblo débil y pacífico, ¿Qué caso tiene entonces esta actitud? ¿No será que a la larga EEUU esté pensando expulsarlos y convertir a Israel en su Estado?

Alfredo Jalife Rahme en La Jornada –Dic. /10/2017 nos da tanta información que no hay que desperdiciarla, “los europeos cristianos durante la cruzada novena en el siglo XIII, para recuperar Jerusalén, les planta la muestra a Kushner y a su suegro Trump, esta vez sin el aval del Papa ni de la mayoría de los cristianos, pero con el apoyo de la judería israelita”, encendiendo parcelas en el Medio Oriente, en la ONU, Europa, China, Rusia y el mundo en pleno, que ven en esta acción abusiva y ventajosa, poca ganancia para la paz del mundo. Esto que les pasa a los palestinos es porque son débiles y porque el imperialismo norteamericano con Trump no respeta nada ni a nadie, de ahí que Corea del Norte se arma para evitar este tipo de asaltos de Washington por imponer sus leyes o caprichos. Preguntémonos, ¿qué gana Israel y EEUU con cambiar su embajada de Tel Aviv a Jerusalén si solo se encuentra a 67 kilómetros de donde residen los gringos en Israel, además ya tienen un consulado? Si creemos que lo que se hace es judaizar la Palestina, nos equivocamos, lo que podemos ver es que La Casa Blanca es la que se ha sometido a los judíos.

Trump radicaliza la situación dándole ventajas innecesarias a Israel, el que lleva siete décadas de abusar contra la ONU, del pueblo, de la justicia y de las normas de pacificación. Estamos hablando de Norteamérica, una nación poderosa, la más rica del mundo, la que presume de democracia, la que se inmiscuye en los asuntos de cualquier nación que se le antoja, por todo esto y por más es que Trump aprovecha los resquicios de la debilidad de los palestinos y la inoperancia de la ONU para imponer sus normas, sus reglas, las que en manos de Donald Trump, se convierten en actos draconianos escandalosos. Palestina es el país más sufrido del mundo, ha tenido que soportar la vesania de los judíos, las imposiciones de EEUU y el abandono de la ONU, porque a pesar de haber emitido una serie de condenas y resoluciones contra Israel por la perversión de los judíos, los que tratan a los palestinos, igual o peor de como ellos fueron tratados por el régimen alemán en la II Guerra, los judíos no las acatan. No trato de maximizar la virulencia de los judíos, ya que mis comentarios abiertamente anti israelitas solo se basan en hechos consumados.

Se puede imaginar que el presidente de facto en Estados Unidos es Benjamín Netanyahu, porque Trump lo ha permitido, dejándose manipular por la judería norteamericana y por la Mass media, que está en manos de ellos. La Casa Blanca habitada por Donald Trump ha servido de plataforma a la judería internacional para acceder a la política internacional y a la hegemonía global. Pensando en ello y dándole rienda suelta a mi imaginación, veo otra estrella en la bandera de EEUU, la estrella de David, un símbolo macabro sometiendo a sus designios a los gringos.

Por lo anterior que menciono, esta, mi imaginación que sabe volar y no tiene fronteras, me pone a pensar en cuáles serían las ganancias de EEUU al cambiar su embajada de Tel Aviv a Jerusalén y no veo ninguna, a menos que sea ganar el humillar a un pueblo débil y necesitado que lucha por su libertad, o bien, demostrarle al mundo que ellos hacen lo que quieren solo y exclusivamente porque se les pega la gana. Esta actitud es un mensaje negativo a la humanidad y una muestra que el imperio norteamericano está en decadencia moral, porque no se rige por la ley, por la justicia y menos por la equidad sino por la avaricia, la codicia y la fuerza desmedida e inhumana. Los judíos están en lo suyo, en lo que saben hacer, en apropiarse de lo ajeno y sacarle cualquier ventaja y ganancia a los no judíos. Según Alfredo Jalife Rahme hay 15 millones de ellos en el mundo, 6 radican en EEUU, otros seis en Israel y el resto están desperdigados por todo el planeta. Yo creo que son más de 40 millones de judíos, 25 millones viven en EEUU, 6 en Israel y 13 o 14 millones habitan en el resto del mundo. 40 millones de hebreos no son tantos ni deben de tener tanto poderío como para apropiarse del destino del mundo, por lo que supongo que EEUU los está llevando como el pastor a las cabras, hacia su corral, el Estado judío de Israel.



No han de faltar muchos años en que el pueblo norteamericano despierte y que tenga un presidente sensato, sabio y calculador y no a un loco como Trump en La Casa Blanca. Esa fecha llegará, y los judíos poco a poco tendrán que abandonar EEUU, los gringos son racistas, lo hemos visto últimamente, y algo grave puede que sucederles dentro de EEUU. He preguntado a varios norteamericanos WASP –Blancos Anglosajones Protestantes- que piensan de los judíos en su país, y solo hacen gestos de desprecio y desagrado. Ese es el sentimiento norteamericano hacia los judíos, y es probable que ellos, que son bastante listos ya se hayan percatado de ello, y por eso, quieren extenderse a los territorios palestinos, el que al final de cuentas –si la humanidad funciona como hasta ahora- Israel será su corralito, un país paria/judío que ha suscitado un prurito molesto al resto de la humanidad. O, ¿usted qué opina, apreciable lector?

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